sábado, 2 de junio de 2018

Oficina en pañales

Esta es por lejos la experiencia más freak en mi vida como pañalero. Les cuento, soy el típico ab/dl con perfil (alternativo) de facebook, de vez en cuando comento alguna que otra publicación y hasta hace unos años jamás pude usar pañales ab/dl. Hasta ahí todo normal... claro.

Resulta que hace un par de años, después de una larga cesantía, conseguí trabajo en una oficina. El ambiente era el típico, valga decir, gente pretenciosa, competitiva e incluso miradora en menos.

Pero entre tanta podredumbre existía un ángel, mi jefa. Una joven preciosura de grandes atributos, nalgas fuera del rango normal, cuestión que me tenía loco, y como si fuera poco, tan tierna y maternal que querías llegar a dormir en sus pechos.

Desde el primer día me fijé en ella, buscaba escusas para hablarle y luego ella empezó a buscarlas también, hasta que el coqueteo se hizo una rutina que derivó en cierta confianza. Entraba a su oficina cuando quería, la adulaba y de vez en cuando la abrazaba con la excusa de que era una gran jefa.

Como paréntesis, un día de aquellos, en un descuido suyo mientras se agachaba pude ver bajo su vestido. Vi unas bragas blancas enormes, que si bien no me parecieron sexys en lo absoluto, del solo morbo tuve que correr al baño a masturbarme. Desde ese día tenía al menos una erección diaria de solo pensar que ella estaba cerca.

Bueno, siguiendo con la historia, es cultura de oficinista saber que lo que compras por internet pides que te llegue a la ofi. En un día de aquellos, sumiso a la rutina de confianza que forjé con mi jefa, al entrar a su oficina vi que había una caja sobre su escritorio que a todas luces se trataba de algún envío de compra, pero no se podía apreciar lo que era. Sin embargo, la curiosidad era tal que estuve casi todo el día pendiente de si abría la caja, cosa que no sucedió hasta bien entrada la tarde cuando ya era casi la hora de salida. Esperé algún ruido que indicara que ya estaba abriendo la caja y entré a su oficina como hacía casi todos los días, solo que esta vez fui casi de sorpresa.

Cuando entré, el mundo se detuvo por un momento, ella me miraba atónita mientras en mi cabeza comenzaba a asimilar lo que comenzaría a ser la mejor experiencia de mi vida. La encontré con las manos en la masa, un transparente paquete de pañales para adultos con los diseños más exquisitos que hubiese visto jamás. Animalitos, soles y estrellas me hipnotizaron hasta llegar al borde de la locura.

Ella sonrojada y tartamudeando no fue capaz de explicar nada. Lo único a que atiné fue a cerrar la puerta tras de mi y quedamos los dos solos, mirándonos. Le dije, con la mayor naturalidad que logré reunir, "Vaya, con que eres un bebita". Aun sin poder volver a la normalidad, tan sorprendida como en el segundo uno, me respondió "No puedes decirle esto a nadie".

¡Ahora todo me calzaba, su enorme trasero hipnótico y sus bragas gigantes blancas siempre fueron un pañal!

"Jamás había visto en persona pañales de adulto bebé" le dije. Al parecer aun no comprendía mi indirecta, por lo que tuve que recalcar "Yo también soy AB/DL". Por un leve segundo vi como su cara comenzaba a relajarse y después de un largo silencio incómodo me respondió "Estaba a punto de amenazarte, si decías algo te iba a acusar de que todos los días vienes a mi oficina a mostrarme tu erección", se río. "No creí que fuera tan evidente" le respondí y devolví la sonrisa. "La verdad es que me tienes como loco desde que llegué, pero este secreto era algo que jamás podría haber imaginado".

Le ayude a ocultar su tesoro con llave y luego de eso nos dimos un tierno beso de cómplices. "Sabes..." me dijo "no estaría mal que un día de estos juguemos con nuestro tesoro bebé"... y así fue como comenzó la mejor experiencia de mi vida, pero será otro cuento.

jueves, 2 de marzo de 2017

Primera compra de pañales

Esta es la historia de la primera vez que compré pañales. En un comienzo detallo cuestiones técnicas y posteriormente cuento la historia.

Antes de hacerme el ánimo y tomar por primer vez la decisión de comprar pañales, investigué una y otra vez el producto que compraría. Nadie que haya tenido la dificultad podría negar aquella frustración, la de la necesidad de contar con un pañal propio para satisfacer aquella ya no tan desconocida necesidad.

El primer deseo para la mayoría, si es que no todos, es el de contar con el placer de poder usar un pañal de bebé, lamentablemente el físico de adulto nos lo imposibilita a muchos. Sin embargo, no se pierde la esperanza de poder comprar alguna vez un pañal de aquellos con diseño de bebé pero de tamaño adulto, lo cual resulta caro, imposible o muy difícil, para la mayoría, valga la redundancia.

Bueno, volviendo a lo de la investigación, concluí que la compra debía ser un paquete de pañales para adulto. Puede resultar muy obvio pero, si es que algún adulto tamaño promedio jamás ha comprado pañales y piensa que puede usar la talla de pañales de bebé más grande, le adelanto que lo más probable es que no le queden.
Luego investigué las marcas de pañales que vendían en mi país (todas tienen página web con detalles técnicos), para esto simplemente bastó observar las marcas que vendían en el supermercado o lugar en el que había planificado mi compra, obviamente no son todas pero resultó útil para no haber ido a buscar un producto que luego no encontraría. El tamaño del pañal también importa. Los pañales de adulto no son estándar, y como las primeras compras no siempre resultan perfectas, ese fue uno de los errores de primerizo que cometí en una de mis primeras compras. No porque tu cintura sea de 100 o 110 centímetros quiere decir que te vaya a quedar un pañal cuyo máximo sea 110 cm. Es decir, las cintas cerrarán pero te quedará apretado. En fin, creo que no hace falta nombrar la marca así que continuaré con la historia.

Historia: 
Habiendo investigado, fui a comprar mis pañales al supermercado que tenía más cerca de casa. Esperé un día en que me quedaría solo en la noche y aproveché las horas cerca del cierre del supermercado puesto que sabía que habría poca gente. Nadie puede negar que su primera compra no lo pone nervioso al punto del infarto. Sentía que el corazón se me iba a salir y estaba tan apurado que cada dos por tres cometía alguna torpeza, entre esas que cuando fui a poner el paquete de pañales sobre la caja para pagar este se me cayó al piso.

Bueno, estaba ya en el pasillo de los pañales y revisaba mi teléfono celular como para disimular que tenía alguna anotación sobre las instrucciones que alguien me había dado para ir a comprar los pañales. Son de esas tonteras de las que te preocupas pero en que verdad son completamente inútiles porque la verdad nadie dice "Oh! el esta comprando pañales! Ah! pero está viendo su celular, debe ser porque alguien se los encargó!". Recuerdo esto y la verdad me da entre risa y vergüenza.

Finalmente me decidí a por un paquete de pañales que por su puesto no eran los que había concluido con mis investigaciones, puesto que la verdad no me acordaba bien cuales eran (ojalá la anotación del teléfono hubiese sido real jajaja) y los llevé tan nervioso como ya describí a la caja. Pagué con efectivo y yo mismo los empaqueté, traté de salir sin mirar a nadie y disimulando haber comprado algo normal pero el corazón me seguía a punto de estallar.

Habiendo salido del supermercado caminé entre la oscuridad de la calle lo más rápido que pude a casa, a cada metro que me acercaba el nerviosismo comenzó a mutar hacia la ansiedad de llegar lo más pronto posible a casa y disfrutar de mi primer paquete de pañales. Llegue a casa, abrí la puerta y lo primero que hice fue lanzarme a la cama y contemplar aquel paquete de pañales, el trofeo.

Mandé a volar mis pantalones y mi ropa interior hasta quedar solo en polera y calcetas, eso ya me hacía sentir como al bebé que será mudado a continuación. En aquel estado de ridiculez morboso fue que abrí el paquete de pañales solo para, en primera instancia, decepcionarme por un momento. Los pañales eran tipo tela y sin broches sino que con cintura elasticada.

La inexperiencia hizo que jamás pensara en aquella posibilidad. De entre todos los pañales de adulto esos probablemente fueran lo más alejado a los pañales de bebé que deseaba sentir en la entrepierna. Es así como en aquella primera experiencia le dije adiós al sonido del plástico al caminar y al placer de abrochar el pañal a cada uno de mis costados.

Al final, no podía dejar de disfrutar de mis, a pesar de todo, pañales. Así que igualmente me los puse, anduve solo por la casa como bebé y tomé un par de fotografías, que ya no guardo por cierto. Al verlas pude notar que igualmente se veían como pañales y disfruté de aquella sensación de ridiculez que en parte es la que me produce placer.

Espero les haya gustado esta anécdota. Mi vida ABDL está llena de primeras veces que me gustaría contar.

Experiencia en el hospital

La primera vez que usé pañales fue en el hospital, era preadolescente y vivía con mi tía. Un día en la noche tuve una grave infección al estómago por lo que tuvo que llevarme a urgencias, estuve ahí 3 días, pero como mi tía no podía ausentarse del trabajo tanto tiempo, a la mañana siguiente me dejaron a cargo de una enfermera.

Me pusieron suero y como no alcanzaba a llegar al baño me advirtieron que usaría pañal. En un comienzo pusieron una especie de sabanilla para que no ensuciara la cama, pero al par de horas de estar solo me dijeron que debía usar el pañal. Me sentía un poco avergonzado de la situación, sobre todo porque estaría ahí a la vista de cualquier persona. En fín, ya me había resignado, pero no esperaba que la situación fuera a ser mucho más incómoda.

Al llegar la enfermera, me tomó por el hombro y me tumbó hacía atrás. "Quédate ahí y abre las piernas por favor". Traté de hacer caso sin mirar mientras sentía que deslizaba el pañal por mi cola, sin embargo, no aguanté desviar la mirada a mi lado y cuando me di cuenta ya era demasiado tarde. Vi una bolsa celeste en la mesa junto a mi cama que decía "Pampers".

"Pero enfermera, estos son pañales de bebé!" le dije. "Así es, estamos escasos de pañales de adulto como para gastarlos en un crío así que tendrás que usar estos" me respondió. Yo no lo podía creer, no tuve tiempo de reaccionar. Cuando vi hacia abajo, los animalitos de colores ya me rodeaban la entrepierna y me daban el aspecto ridículo de bebé. "Que no te avergüence, los problemas de salud no deben avergonzar a nadie, además que suerte la tuya de andar trayendo pañal y no tener que levantarte para ir al baño". Por más que lo intentaba no lo podía asimilar, cada vez que veía hacia abajo me sentía ridículo, más desnudo que si anduviera sin prenda alguna.

Cada cierta cantidad de tiempo iban a revisarme el pañal y si lo había ensuciado me limpiaban y cambiaban. Una y otra vez fui el bebé de la habitación, hasta que me acostumbré. Verme ridiculizado de tal manera ya hasta me parecía excitante y morboso, y cada vez que una enfermera joven me atendía no podía ocultar una pequeña erección, pero claro, ellas no me decían nada al respecto salvo "¿cómo está el bebé?".

Mi estadía ya llegaba a su fin, la cama debía ocuparla algún paciente de mayor prioridad. Sin embargo, cuando mi tía me fue a buscar, si bien ya me habían vestido, aún seguía con el pañal puesto. El médico le dio unas indicaciones a mi tía y las enfermeras le dijeron que debía seguir con el pañal un par de días por si fuese necesario. Además le dieron un par de los pañales que me habían puesto y la más joven le dijo "estos le quedaron muy bien". Al irnos, la misma enfermera dijo "adiós bebé" y me dio una palmada en el trasero.

Primera historia

Esta historia ocurrió hace ya varios años. Un chico al que conocí en un campamento de verano y del cual me hice muy amigo me invitó a pasar las vacaciones de invierno en su casa. El vivía con su mamá y su hermano pequeño, el cual no se encontraba porque su papá se lo llevó a vacacionar a la nieve.

En su casa la pasamos muy bien, vimos películas, bebimos chocolate, he incluso salíamos a jugar, ya que su casa se ubicaba en un sector rural y teníamos mucho campo para divertirnos. Un día en esas salidas de exploración, con mi amigo caímos en un charco de lodo, por lo que volvimos embarrados a la casa y tuvimos que bañarnos.

Ese mismo día su mamá había puesto a lavar toda mi ropa, pero por lo helado del clima esta aun no se secaba y no tenía que ponerme, así que me preguntó si acaso podría usar una de las pijamas de mi amigo. Yo le dije que no tenía problema pero mi amigo dijo que no me prestaría ropa interior porque le provocaba mucho pudor. A lo que su mamá respondió que ya vería que podíamos hacer.


Al rato fuimos a sacarnos a la pieza y había en la cama ropa para mi amigo y solo un pijama para mi. Su mamá le dijo que se pusiera la ropa y saliera del cuarto y así lo hizo. Cuando quedamos solos su mamá y yo, la tía me dijo que su hijo solía ser muy escrupuloso así que solo tenía para prestarme uno de los pañales de su hijo pequeño. Pensé que me estaba haciendo una broma así que comencé a ponerme el pijama cuando de repente la tía me tima del brazo. "Es en serio" me dijo. "Lo siento cielo, pero no puedo dejar que uses la pijama sin ropa interior".


Sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo pero la tía amablemente me recostó en la cama, me abrió las piernas y me colocó talco de bebé. "Esto es para que no te haga daño el pañal mi amor". Acto seguido vi que sacó una bolsa de pampers xxg, y en un abrir de cerrar de ojos deslizó una amalgama de plástico y algodón bajo mi trasero, lo acomodó y lo cerró en mi cintura.


"Ves amor, es como si fuera tu ropa interior con dibujitos, no tienes de que avergonzarte". Luego de eso me dejó un rato solo con el pañal e hizo que me pusiera en distintas poses de bebé para tomar fotos con su móvil "Esto es para que tengamos un lindo recuerdo de estas vacaciones mi amor", me ayudó a poner la pijama y me dijo "tranquilo que mi hijo no se enterará a menos que tu se lo digas, además no tienes que tener miedo de mojar la cama, y si lo haces puedes venir a verme y yo te cambio tu pañalito bebé"