jueves, 2 de marzo de 2017

Experiencia en el hospital

La primera vez que usé pañales fue en el hospital, era preadolescente y vivía con mi tía. Un día en la noche tuve una grave infección al estómago por lo que tuvo que llevarme a urgencias, estuve ahí 3 días, pero como mi tía no podía ausentarse del trabajo tanto tiempo, a la mañana siguiente me dejaron a cargo de una enfermera.

Me pusieron suero y como no alcanzaba a llegar al baño me advirtieron que usaría pañal. En un comienzo pusieron una especie de sabanilla para que no ensuciara la cama, pero al par de horas de estar solo me dijeron que debía usar el pañal. Me sentía un poco avergonzado de la situación, sobre todo porque estaría ahí a la vista de cualquier persona. En fín, ya me había resignado, pero no esperaba que la situación fuera a ser mucho más incómoda.

Al llegar la enfermera, me tomó por el hombro y me tumbó hacía atrás. "Quédate ahí y abre las piernas por favor". Traté de hacer caso sin mirar mientras sentía que deslizaba el pañal por mi cola, sin embargo, no aguanté desviar la mirada a mi lado y cuando me di cuenta ya era demasiado tarde. Vi una bolsa celeste en la mesa junto a mi cama que decía "Pampers".

"Pero enfermera, estos son pañales de bebé!" le dije. "Así es, estamos escasos de pañales de adulto como para gastarlos en un crío así que tendrás que usar estos" me respondió. Yo no lo podía creer, no tuve tiempo de reaccionar. Cuando vi hacia abajo, los animalitos de colores ya me rodeaban la entrepierna y me daban el aspecto ridículo de bebé. "Que no te avergüence, los problemas de salud no deben avergonzar a nadie, además que suerte la tuya de andar trayendo pañal y no tener que levantarte para ir al baño". Por más que lo intentaba no lo podía asimilar, cada vez que veía hacia abajo me sentía ridículo, más desnudo que si anduviera sin prenda alguna.

Cada cierta cantidad de tiempo iban a revisarme el pañal y si lo había ensuciado me limpiaban y cambiaban. Una y otra vez fui el bebé de la habitación, hasta que me acostumbré. Verme ridiculizado de tal manera ya hasta me parecía excitante y morboso, y cada vez que una enfermera joven me atendía no podía ocultar una pequeña erección, pero claro, ellas no me decían nada al respecto salvo "¿cómo está el bebé?".

Mi estadía ya llegaba a su fin, la cama debía ocuparla algún paciente de mayor prioridad. Sin embargo, cuando mi tía me fue a buscar, si bien ya me habían vestido, aún seguía con el pañal puesto. El médico le dio unas indicaciones a mi tía y las enfermeras le dijeron que debía seguir con el pañal un par de días por si fuese necesario. Además le dieron un par de los pañales que me habían puesto y la más joven le dijo "estos le quedaron muy bien". Al irnos, la misma enfermera dijo "adiós bebé" y me dio una palmada en el trasero.

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